En el reencuentro navideño de mis amigos de la escuela de Comunicación Social de San Marcos, uno de ellos –que no se ha dedicado precisamente al periodismo– soltó una pregunta sin ánimo de molestar a nadie: ¿Alguien puede decirme para qué sirven los periodistas?
En un intento por aclarar el fondo de la cuestión, citamos en grupo algunos datos irrefutables: primero, la gente lee cada vez menos; segundo, los jóvenes prefieren entretenimiento antes que información; y tercero, los periódicos figuran a la cola en el “mix” de consumo mediático de la población.
Por si fuera poco, hoy por hoy cualquier persona puede transmitir sus propios contenidos en Internet, al punto que los blogs con mayores audiencias no están en manos de “comunicadores profesionales” sino de ciudadanos con olfato y gusto suficientes para crear sitios que interesan al público.
Un desafío doble
Aunque parezca inofensiva, la pregunta encierra cierto sentido de alerta. Los periodistas estamos ante un desafío doble: por el lado de las tecnologías, deberíamos marchar hacia el periodismo digital; y por el lado de las expectativas del público, tendríamos que sintonizar con la corriente del periodismo ciudadano.
Herramientas y contenidos figuran otra vez en el corazón de los retos de nuestra carrera. A primera vista, lo más sencillo de resolver es el tema de la tecnología. Quienes saltamos de
El concepto, en cambio, es algo más complicado. “A los avances técnicos tienen que seguir soluciones éticas. ¿De qué le valen al periodismo todos los avances de la tecnología si al fin pierde su norte? –se pregunta el periodista colombiano Javier Darío Restrepo–. El problema no es lo que haremos con Internet ni con el desarrollo de las tecnologías del conocimiento. Nuestro asunto es el para qué de esos instrumentos.”
Una lectura política
Ante la pregunta inicial, la respuesta para los periodistas podría ser aun más dura si nos topáramos con quienes hacen una lectura política del problema. Para sociólogos como Héctor Béjar, los medios masivos –incluida la prensa, por cierto– son solo herramientas de penetración ideológica de las clases dominantes para garantizar la continuidad del sistema capitalista.
“Asegurada estructuralmente la dominación económica mediante el complejo militar-burocrático, la dominación mediática sólo sirve para afianzar la otra dominación, recordando a los consumidores la manera correcta de pensar y actuar”, afirma.
El debate está abierto y continuará así por mucho tiempo. Lo que me queda claro es que ganaremos muy poco en el intento por acercarnos al interés del público y captar su atención si continuamos enfrascados en un periodismo de declaraciones, que corre exclusivamente detrás de la coyuntura y se escribe como con una plantilla: “indicó”, “refirió”, “manifestó”, “agregó” y “finalizó”. Esa receta ya ha sido superada.
EN LA FOTO: Percy Buendía, Edda Toscano, Mariella Sinche, Jack Ramón y Karina Garay en la recepción de El Peruano.
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