En un intento por ponerme al día con algunos de los libros que no leí en su momento, llegué este fin de semana al último capítulo de “La caída del héroe”, el trabajo ganador del Premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano 2006.
La investigación de Carlos Paredes es tan minuciosa, tan documentada, que la frase que figura en la página 14 caería a pelo en el epílogo de la historia, pensando en el propio general Ketín Vidal: Usted tiene que saber que en la vida se gana o se pierde. Esta vez le ha tocado perder.
Son las palabras que utilizó “El cazador” –el hombre en problemas– la noche en que el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) capturó a Abimael Guzmán en una casa de Surquillo, la noche en que Vidal Herrera se convirtió en héroe.
Tuve reparos frente al capítulo sobre los amores del general. ¿No era que los periodistas reclamamos respeto por la vida privada de las personas? ¿No es por eso que tanto cuestionamos, algunos de nosotros, el “estilo chacal” de “La urraca”?
Aunque no lo encontré en forma explícita en el texto, entiendo que la clave de esa inclusión estaría en el hecho de que el general le pagaba a su amiga el alquiler de la casa con dineros poco transparentes. Y que utilizaba la influencia de su cargo y su grado para favorecerla.
Busqué en la red noticias más recientes sobre Vidal. Sin embargo, no me topé con gran cosa: una denuncia por violación de derechos humanos, un intento de respuesta en un programa de televisión, una advertencia de juicio contra el autor del libro.
En ciertos blogs, el tema ha sido motivo para pequeñas refriegas subidas de tono; en otros, para trifulcas sin mayor contenido. A mí, el trabajo de Paredes me reafirma en la idea de que la historia deberíamos escribirla los periodistas.