jueves, 24 de septiembre de 2009

A propósito del fallo contra Efraín Rúa


A propósito del fallo judicial que condena a Efraín Rúa a dos años de prisión suspendida y lo obliga a pagarle cinco mil soles al hijo del Presidente, me animo a plantear un par de ideas con las que muchos de nuestros colegas periodistas no van a estar de acuerdo.


Primero, creo firmemente que no basta con una versión de parte para achacar delitos a nadie. A riesgo de simplificar las cosas en extremo, diría que si alguien me llamara al diario para contarme que fulano le robó mil soles, eso no sería suficiente para que yo al día siguiente publicara: “Fulano es ladrón”.


Estoy seguro de que algunos colegas dirán que esa sería una actitud timorata, indigna del periodismo de investigación, poco comprometida y obsecuente. La prensa es un poder fiscalizador, de acuerdo. Sin embargo, creo que su primer compromiso es con la verdad, llegando a ella mediante la comprobación de los datos.


Hace unos años, cuando un presentador de televisión de bigotes frondosos intentó involucrar a Valentín Paniagua en tratos oscuros con Montesinos, la opinión pública reaccionó con indignación y apoyó en forma unánime el “cuadre” que el entonces Presidente le metió en vivo al periodista de marras.


Era domingo por la noche y el hombre del bigote tenía una fuente. De modo que para embarrar a Don Vale, se limitaba a citar a su fuente: un chofer que aseguraba ser testigo de encuentros del ex presidente con la gente del SIN. Luego se supo que nada era verdad. Y la condena ciudadana contra esa calumnia logró meter en el congelador al presentador en mención, con bigotes y todo.


¿Calumnió o no ese periodista al querido “Don Chaparrón”? ¿Fue él o fue la fuente? ¿Cuál es la responsabilidad de quien expande una mentira? ¿Cuál es la diferencia, entonces, entre ese caso con matices montesinistas y lo que acaba de ocurrir con el fallo de las cinco lucas grandes?


Para mí, hay dos diferencias claras. Uno, Don Valentín gozaba de la simpatía general. Dos, Efraín Rúa es un periodista honesto.


Más allá de eso, la honra de las personas debe estar por encima de los criterios periodísticos de la exclusividad y la primicia. Todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. No es mi intención dar lecciones de ética periodística a nadie, y menos todavía a un hombre con la trayectoria de Efraín.


Segundo, si luego de la apelación respectiva la justicia insiste en que se paguen los cinco mil soles, propongo que hagamos una cadena de solidaridad y que seamos trescientos, quinientos, mil los periodistas que paguemos juntos ese monto, con un pronunciamiento público exigiendo administración de justicia transparente y oportuna para todos los peruanos.


Respecto a este tema, mi amigo Fidel Gutiérrez se pregunta si se han pronunciado ya el Colegio de Periodistas, la Federación y la Asociación. ¿Existen acaso esos gremios? Tienen personería jurídica, es cierto; pero, ¿tienen legitimidad, nos representan en realidad a los periodistas?


Anoche, mientras discutía el problema con tres colegas de San Marcos –una de ellas defensora acérrima de Efraín—, recordé una frase que bien viene al caso. Se la dijo el tío Ben Parker al Hombre Araña, a bordo de un automóvil: “Recuerda, Peter: un gran poder conlleva una gran responsabilidad.”

martes, 22 de septiembre de 2009

Modelo para armar


Necesito la ayuda de mi hermana Patricia y de mi cuñado Josias para resolver este acertijo. Estoy avanzando el segundo piso de la casa de Santa Anita y aunque he tratado de seguir el trazo del primer nivel, tengo un ligero problema de espacios y acceso.


En el primer piso, el paso a los domitorios del fondo es por la lavandería, que a la vez funciona como tragaluz. El dormitorio de la derecha tiene un baño propio y el de la izquierda es más pequeño. Arriba, sin embargo, no es posible pensar en la misma figura.

La casa es pequeña y aunque sé que Patricia se acuerda de la distribución de espacios, prefiero recordársela con este pequeño plano. El dormitorio del fondo es grande y está listo para el techado, lo mismo que el baño.

En la parte aún libre, necesito ubicar una cocina, un dormitorio más y una sala comedor, para que la casa quede completa y se pueda habitar por separado del primer piso. Todo ello, sin obstruir el acceso al dormitorio grande.

No es solo cuestión de sentido común sino de funcionalidad. Hace unos años, cuando decidí avanzar la construcción, pensé que me quedaría en el primer piso y punto. No obstante, ahora veo que la cosa no es tan compleja y, como Freddy Ternero, me digo: ¡Sí se puede!

Claro que se puede, pero necesito --una vez más-- la ayuda de mi querida hermanita Patricia. Claro que si alguien más tiene una buena idea, será bienvenido. El maestro de obras, el "doctor" John Yauri, es el más interesado en meter mezcla y plomada en esta humilde casita.