A propósito del fallo judicial que condena a Efraín Rúa a dos años de prisión suspendida y lo obliga a pagarle cinco mil soles al hijo del Presidente, me animo a plantear un par de ideas con las que muchos de nuestros colegas periodistas no van a estar de acuerdo.
Primero, creo firmemente que no basta con una versión de parte para achacar delitos a nadie. A riesgo de simplificar las cosas en extremo, diría que si alguien me llamara al diario para contarme que fulano le robó mil soles, eso no sería suficiente para que yo al día siguiente publicara: “Fulano es ladrón”.
Estoy seguro de que algunos colegas dirán que esa sería una actitud timorata, indigna del periodismo de investigación, poco comprometida y obsecuente. La prensa es un poder fiscalizador, de acuerdo. Sin embargo, creo que su primer compromiso es con la verdad, llegando a ella mediante la comprobación de los datos.
Hace unos años, cuando un presentador de televisión de bigotes frondosos intentó involucrar a Valentín Paniagua en tratos oscuros con Montesinos, la opinión pública reaccionó con indignación y apoyó en forma unánime el “cuadre” que el entonces Presidente le metió en vivo al periodista de marras.
Era domingo por la noche y el hombre del bigote tenía una fuente. De modo que para embarrar a Don Vale, se limitaba a citar a su fuente: un chofer que aseguraba ser testigo de encuentros del ex presidente con la gente del SIN. Luego se supo que nada era verdad. Y la condena ciudadana contra esa calumnia logró meter en el congelador al presentador en mención, con bigotes y todo.
¿Calumnió o no ese periodista al querido “Don Chaparrón”? ¿Fue él o fue la fuente? ¿Cuál es la responsabilidad de quien expande una mentira? ¿Cuál es la diferencia, entonces, entre ese caso con matices montesinistas y lo que acaba de ocurrir con el fallo de las cinco lucas grandes?
Para mí, hay dos diferencias claras. Uno, Don Valentín gozaba de la simpatía general. Dos, Efraín Rúa es un periodista honesto.
Más allá de eso, la honra de las personas debe estar por encima de los criterios periodísticos de la exclusividad y la primicia. Todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. No es mi intención dar lecciones de ética periodística a nadie, y menos todavía a un hombre con la trayectoria de Efraín.
Segundo, si luego de la apelación respectiva la justicia insiste en que se paguen los cinco mil soles, propongo que hagamos una cadena de solidaridad y que seamos trescientos, quinientos, mil los periodistas que paguemos juntos ese monto, con un pronunciamiento público exigiendo administración de justicia transparente y oportuna para todos los peruanos.
Respecto a este tema, mi amigo Fidel Gutiérrez se pregunta si se han pronunciado ya el Colegio de Periodistas,
Anoche, mientras discutía el problema con tres colegas de San Marcos –una de ellas defensora acérrima de Efraín—, recordé una frase que bien viene al caso. Se la dijo el tío Ben Parker al Hombre Araña, a bordo de un automóvil: “Recuerda, Peter: un gran poder conlleva una gran responsabilidad.”
defensora acérrima contesta: Caretas publicó también que Rúa omitió constrastar la fuente. Grave error, coincido con Caretas y Silencio Pirata, pero la sentencia es excesiva y sí me parece que hay presión política porque se trata del "hijo del presidente", si no preguntémonos ¿por qué tan acelerada la sentencia. Acaso no hay miles de personas que acuden al Poder Judicial en busca de justicia y cuántos más están hacinados en las cárceles sin ninguna sentencia? Rúa pudo haber cometido un error, pero su diario se rectificó a tiempo. Cuídense los periodistas de "hacer bien su tarea" y de meterse con el entorno García.
ResponderEliminarLa dureza del fallo pudo verse atenuada con la rectificación. De ninguna manera se justifica la desproporción... Igual pasó con la Medina. En su caso, la tremenda pena impuesta tuvo el objetivo de levantar cortinones de humo. En el caso de Efraín el objetivo parece ser -eso se desprende de los nombres involucrados- escarmentar. F.
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