Creo que lo leí en una revista de fauna silvestre: la iguana es el único animal cuyos ojos tienen movimientos independientes. Con uno, mira fijamente al insecto que le servirá de almuerzo, y con el otro, repasa la trayectoria y los posibles obstáculos entre su boca y la presa. Gracias a esa habilidad natural, cada “lenguazo” alcanza la precisión de un misil teledirigido.
Mi amigo Piero se tomó esta foto aplicando la técnica que los reporteros gráficos llaman “ángulo aberrante”. Aunque diferente, no es nada del otro mundo; basta con salirse del molde a la hora de apretar el botón. El gordo puso la cámara debajo de su barbilla, recibió en su cara la luz del monitor de la PC y disparó recto.
Sus ojos son lo que más me llama la atención. Los globos oculares parecen desbordar la cuenca de los párpados y me dan la impresión de que estoy ante un ser extraño. Al lado derecho, el mismo Piero muestra otra de sus “habilidades diferentes”: puede cerrar un ojo y mantener el otro normalmente abierto. No es un guiño lo que él hace. En realidad, puede quedarse con el ojo cerrado por horas, mientras el otro continúa con su trabajo. ¿No será un mutante?