Cuarenta años atrás, cuando la gente tenía que comprar el diario y darse el trabajo de leerlo de cabo a rabo para enterarse de lo que pasaba en el mundo, la tarea de editar un periódico con las notas “de ayer” tenía una justificación razonable.
Excepto una que otra entrevista, los noticieros de la radio local se apoyaban en resúmenes de lo publicado en la prensa, mientras que el alcance y la cobertura de la televisión eran todavía limitados. Así, los medios de información por excelencia eran los periódicos.
Hoy, sin embargo, redactores y editores sabemos que no tiene mucho sentido dedicar secciones enteras a presentar solo lo que ocurrió el día anterior, como si tratáramos con un público que no escucha radio, no ve televisión ni navega en la red.
En Lima Metropolitana, el 22.6 por ciento de las familias tiene acceso a Internet en casa; mientras que en el resto urbano del país la penetración en los hogares alcanza al 8.2 por ciento, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática.
El proceso de cambios como consecuencia de los avances en la tecnología obliga a modificar enfoques a todo nivel. Los estudios sociológicos y de mercadotecnia, por ejemplo, hace mucho que dejaron de hablar solo de “ciudadanos”, para pasar a analizar a los sujetos también como “consumidores” y luego como “internautas”.
Los indicadores sobre uso de Internet van en aumento y eso explica por qué los diarios más importantes –también las principales estaciones de radio y televisión— apuestan por difundir su información en línea, actualizándola en tiempo real y enriqueciéndola con el aporte de su público.
En este mismo momento, los grupos de comunicación más serios están reservando para sus ediciones en papel una función abiertamente diferente a la de difundir notas redactadas con la técnica de la pirámide invertida.
Entre los periodistas con los que trabajo a diario, existe claridad respecto a este dilema. No es “la red o el papel” como alternativas excluyentes, sino “la red y el papel” como soportes complementarios.
En cualquier caso, si queremos permanecer en el periodismo, no es momento de medias tintas. Insistir en un diario que solo les cuenta a sus pocos lectores lo que pasó ayer es navegar contra la corriente. Más que eso: es cometer suicidio financiero tomando el veneno con cuentagotas. Salvo que nuestro rubro no sea precisamente la información. ¿Será cierto eso?
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PIE DE PÁGINA. Ayer brindamos por el Día del Periodista. Las fotos corresponden a esta pequeña celebración “in house”.
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